¿Cuándo cesan las pelusas amarillas que causan alergia?

Cada primavera, cuando Buenos Aires se llena de vida y los días son más largos, muchos de nosotros sabemos que también llega esa época menos ideal: la de los estornudos, los ojos rojos y la nariz congestionada. Los culpables suelen ser los plátanos, esos árboles altos y fuertes que adornan avenidas como Libertador, Las Heras o San Juan. Aunque nos brindan sombra y belleza, para quienes sufren de alergias, su presencia puede ser toda una pesadilla.

El problema se acentúa entre septiembre y noviembre, cuando los plátanos —conocidos como Platanus hispánica o plátano de sombra— entran en su fase de polinización. Durante esos meses, el aire se llena de finas pelusas amarillas que se desprenden de los frutos y del polen, causando irritación en los ojos y en las vías respiratorias de muchas personas. En días ventosos, incluso un simple paseo puede desencadenar picazón y ardor en los ojos.

Según cifras del Gobierno de la Ciudad, hay aproximadamente 70.000 plátanos en Buenos Aires, lo que representa cerca de 15% del total de los árboles urbanos. Esta gran cantidad explica por qué la “lluvia polínica” de primavera afecta a tantos vecinos, incluso aquellos que no tienen alergias en otras épocas del año.

¿Cuándo se plantaron los plátanos en la Ciudad de Buenos Aires?

La historia de los plátanos en la ciudad se remonta al siglo XIX. Fue Domingo Faustino Sarmiento quien impulsó su plantación entre 1868 y 1874, convencido de que eran el árbol perfecto para embellecer avenidas y plazas. Y no se equivocó: el plátano, que es resistente a la contaminación y al calor, se adaptó perfectamente al entorno urbano.

Con su tronco claro y recto y una copa que puede alcanzar entre 30 y 40 metros de altura, se convirtió en un símbolo del paisaje porteño. Pocos árboles ofrecen tanta sombra como un plátano adulto, un gran alivio en una ciudad donde el verano puede ser implacable. Sin embargo, ese mismo vigor también es la razón de las molestias en primavera.

A lo largo de los años, los plátanos fueron añadiéndose en parques, bulevares y veredas, formando verdaderos túneles verdes que ayudan a bajar la temperatura y a mejorar la calidad del aire. Pero en septiembre, al florecer, liberan millones de granos de polen livianos que pueden viajar hasta 30 kilómetros, siendo así posibles causantes de molestias lejos de una plaza.

¿Qué son las pelusas amarillas que largan los plátanos?

A primera vista, pueden parecer motitas de polvo flotando en el aire, pero en realidad son semillas cubiertas por diminutos filamentos que se desprenden cuando el árbol completa su ciclo reproductivo. Aunque estas fibras no producen alergias en sí, sí pueden causar irritación mecánica al entrar en contacto con los ojos, la nariz o la garganta.

El verdadero problema es el polen, que es el culpable de las alergias respiratorias. Este polvo fino contiene proteínas que, al ser inhaladas, provocan una reacción del sistema inmunológico en personas sensibles. Los síntomas más comunes son rinitis, lagrimeo, congestión nasal, picazón y, en algunos casos, broncoespasmos.

Según especialistas del Hospital Británico y del Hospital Italiano, las molestias suelen disminuir con las lluvias, ya que el agua limpia la atmósfera al arrastrar el polen hacia el suelo. Por el contrario, los días secos y ventosos son los peores enemigos de los alérgicos.

El período crítico se extiende, generalmente, hasta fines de noviembre o principios de diciembre, cuando las flores del plátano completan su ciclo y la cantidad de polen en el aire empieza a bajar. A pesar de eso, los expertos recomiendan tomar ciertos recaudos: evitar salir en las primeras horas de la mañana o al atardecer, usar gafas y barbijos al aire libre, y ventilar los ambientes de manera breve.

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